jueves, 22 de agosto de 2013

Amistad, ¡Divino Tesoro!

Es algo innato en nosotros buscar amistades desde muy temprana edad, aunque verdaderamente no apreciamos lo importantes que son hasta que empezamos a ser un poco adultos. Los niños se ajuntan, se dejan de ajuntar, se pelean y al día siguiente tan amigos. Ese desconocimiento de las cosas (la inocencia) les hace un tanto inmunes a los golpes superficiales. Paran el golpe, se recuperan y contraatacan o continúan como si nada hubiera ocurrido. Repiten lo que ven y oyen sin ser conscientes de lo que dicen o hacen, por eso son tan crueles. La mayoría perderán a sus “primeros mejores amigos” y harán otros nuevos. El resto conseguirán mantenerlos creando así unos lazos fuertes y consistentes que sólo se romperán por un agravio.

A medida que vamos creciendo nos empezamos a dar cuenta de lo valiosos que son. El poder compartir risas, secretos e inquietudes nos llena de felicidad, nos ayuda a crecer. Pero las amistades igual que se ganan se pueden perder. No se puede estar sin amigos, eso te sume en una soledad absoluta, desesperación total, una inmensa tristeza te llena el corazón de agonía. Por eso hay que conservar a las grandes personas y no quitarse de que entren nuevas, cuantas más mejor y diferentes unas de otras a ser posible. ¡Diversidad! esa es la palabra. Aprender de los demás, mejorar y progresar con ellos.

En psicología el inconsciente asocia las amistades con las plantas, qué hermoso ¿verdad? Las flores de temporada (esas personas que vienen y se van); los cactus (de las que te debes guardar las espaldas); las plantas medicinales (aquellas que te sanarán las heridas de una manera rápida y eficaz); los rosales (cuidado con las malas intenciones que se ocultan tras algo demasiado hermoso); los árboles (esos amigos que te durarán toda la vida, bien arraigados al suelo, inamovibles frente a tormentas o huracanes, los más fuertes claro está). Éstos pueden ser de hoja caduca (porque se pierde el contacto durante largos años pero siempre se vuelve a recuperar); de hoja perenne (que son los que se mantienen a tu lado seas como seas, pase lo que pase); árboles frutales (los que te dan todo lo que puedan pidiendo solo cariño a cambio); árboles nobles... (esa palabra lo dice todo). Si a las plantas se las riega, se las poda, se les habla y se les canta, a los amigos se les llama, se les escucha, se les intenta hacer reír y se les dice también te quiero. Lo mejor que podemos hacer todos para llegar a extraer la verdadera esencia de las amistades en nuestras vidas es cultivar y cuidar un gran jardín.

No hay comentarios:

Publicar un comentario