jueves, 22 de agosto de 2013

Ova al cielo nocturno

En esta fría noche estoy perdida en el pueblo, rodeada de tranquilidad, paz y sosiego. Salgo de noche al jardín lleno de flores y en el paseo empedrado de piedra blanca levanto la vista al cielo. Este a cambiado desde la última vez que lo vi. Luna nueva toca y la oscuridad envuelve el ambiente por completo. Admiro su grandeza e inmensidad. Desubicada busco puntos de referencia y encuentro a la Osa Mayor más baja de donde estuviera. Hacia arriba la Osa Menor ligeramente ladeada pero manteniendo siempre a Polaris en el norte, ambas, nodrizas de Zeus puestas en el firmamento por este, en agradecimiento por sus cuidados. Draco, el dragón de nombre Ladón al que mató Hércules justo al lado, imponente su figura como siempre. También veo a la Lira con su estrella Vega a la que a veces confundo con Casiopea. A esta última la localizo junto con Andrómeda, Perseo y Pegaso. El cisne, el águila... Ya solo falta un mes para que Orión se vea de forma espléndida, el imponente cazador saldrá con sus canes. En su reluciente cinturón brillarán Mintaka, Alnilam y Alnitak como las pirámides de Kefren, Keops y Micerinos. Por encima suya, Tauro con sus Pléyades y mi Géminis cerca del Unicornio. Dioses, semidioses y seres mágicos de la Antigüedad nos observan opulentos desde las alturas. Los griegos decían que estos eran dueños de nuestras alegrías y nuestras desgracias. Manipulaban a su antojo las emociones de los simples mortales y en parte tenían razón. El magnetismo de las estrellas, los planetas y los satélites nos afecta. Afecta a nuestra energía interior. La Luna que ejerce atracción sobre el agua mueve nuestro líquido vital. El zodiaco, ese círculo de animales de algún modo nos influye. Según la casa regente nos comportamos de una manera u otra inconscientemente. Pero seguimos siendo dueños de nuestros actos. Somos lo mejor y lo peor que tenemos. Hemos de luchar o mediar con nosotros mismos aunque parezca complicado e imposible. Nadie rige nuestro destino con unos hilos porque somos nosotros quienes elegimos el camino a tomar para llegar a el. Los Dioses ya no nos gobernarán nunca más porque por fin somos hombres libres.

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